Virginia y Pepín

Conocí a Leticia en unas jornadas de formación para realizar voluntariado con animales y mi primera impresión no pudo ser mejor. Poco tiempo después Pepín fue atacado gravemente por otro perro. De pronto, otros perros eran amenazantes y el perrito alegre y confiado empezaba a reaccionar. Tuvimos claro que necesitaba ayuda profesional y, después de recurrir a otros profesionales con los que no veíamos avances, recordé aquella clase.
Contar con Leti es lo mejor que nos pudo pasar. Pepín tenía problemas mucho más allá de lo evidente, era un perro estresado y nosotros, sin siquiera darnos cuenta, estábamos alimentando ese malestar. Con ella aprendimos a escucharle, a respetar su etograma, a comprender que compartimos la vida con un adulto de otra especie con necesidades y respuestas diferentes a las nuestras.
“Ponérselo fácil” “A veces no hacer nada es hacer mucho” “Tranquila, él te lo va a decir” Leticia no sólo te da pautas, te enseña a observar, a identificar patrones, a detectar señales y, poco a poco, consigues entender mejor a tu perro. No es un camino sencillo ni rápido, pero es el único que existe, y seguirlo te ayudará a generar un vínculo sano con tu perro. Nosotros seguimos en él y cuando surgen problemas y Pepín recurre a nosotros sabiendo que vamos a ayudarle a gestionarlos nos sentimos profundamente agradecidos.
Pero, si tuviese que destacar algo de Leticia, es que Leti es increíblemente generosa. Su forma de trabajar respetuosa y empática es fruto del conocimiento adquirido durante años y años de formación y la pone al servicio de perros que sufren en albergues y protectoras siempre de forma altruista. He perdido la cuenta de las consultas que he podido hacerle sobre casos que veo cada semana. “No puedes cambiar el mundo, pero sí puedes cambiarle ese ratín” Muchísimas gracias también de su parte. Leti, Pepín y nosotros te queremos mucho y te estamos muy agradecidos.